Cuando, a fuerza de esperar, comprobó que la montaña no tenía la más mínima intención de acercarse a él, Mahoma decidió tantear la posibilidad de un acercamiento. Sin embargo, a cada paso que daba el profeta en dirección a la gran mole de piedra, ésta parecía retroceder dos pasos hacia atrás. Tras intentarlo una y otra vez, la obstinada resistencia de la montaña agotó la paciencia de Mahoma.
-Al fin y al cabo,- se dijo a sí mismo- yo siempre he preferido la playa.
me gusta!
Me gusta mucho! muy creativo! 🙂
¡Gracias, chicos! Estamous trabajandou en ellou 😉
muy apropiados los «minirelatos» de cada foto…me gustan,
¡Gracias Mariló! Estamos empezando, a ver si esto coge rumbo 🙂