Era un serio problema para su vida cotidiana no entender las metáforas. Ni dientes de marfil, ni cabellos de oro, ni labios de rubí. A nada le encontraba sentido. No se cansaba de intentar explicarle a sus amigos poetas que la espiga no danza, se mueve porque la empuja el viento.
La muerte le sobrevino a los treinta y siete años, después de la ingestión de dos docenas de mariposas vivas. Quiso saber qué se sentía estando enamorado.
Love
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Redondo, perfecto. Magníficos: imagen y texto.
Gracias, Blanca. No somos dignos de que entre en nuestra casa, pero una palabra suya… ya sabe.